En la sala de exposiciones de oro y plata del Museo del Palacio, un conjunto de joyas bañadas en oro de la dinastía Tang me cautivó por un largo rato: las pulseras de oro con ramas entrelazadas brillan con un brillo cálido, y los pendientes de oro con perlas cuelgan con finos destellos, una magnífica combinación con el conjunto dorado de cuatro piezas que se exhibe en una joyería moderna. Este conjunto de "combinaciones doradas" compuesto por collares, pulseras, pendientes y anillos nunca ha sido un simple adorno, sino un símbolo cultural que fluye en el tiempo.
En retrospectiva, el prototipo del conjunto dorado de cuatro piezas se remonta a la antigüedad. Los brazaletes de oro desenterrados en la dinastía Han solían ir acompañados de anillos de oro (pendientes). En aquella época, el oro era exclusivo de la aristocracia real, simbolizando poder y honor; el ambiente abierto de la dinastía Tang propició la prosperidad de los adornos de oro, y los artesanos integraron el grabado y la filigrana en sus diseños. El patrón del tesoro del collar de oro y el patrón de la bestia auspiciosa del anillo de oro se convirtieron en un microcosmos del ambiente de la próspera dinastía Tang. Durante las dinastías Ming y Qing, los "tres oros" se popularizaron en los matrimonios populares, y las familias adineradas añadían pendientes a esta base para formar un conjunto de cuatro piezas, que significaba "paz de las cuatro estaciones" y "perfección en todas las direcciones".
El conjunto dorado de cuatro piezas actual continúa esta herencia cultural. Muchas marcas utilizan la artesanía de filamentos, patrimonio cultural inmaterial, para los colgantes de sus collares y emplean hilos de oro finos como cabellos para tejer patrones de peonías y lotos; las antiguas pulseras de oro conservan la textura mate, replicando la forma redonda del "brazalete de la paz" de la dinastía Qing; incluso el sencillo anillo de oro liso esconde la estética oriental de "ningún patrón es mejor que el patrón". Cuando las jóvenes lucen estos conjuntos de cuatro piezas para asistir a bodas o asistir a ocasiones importantes, no solo brillan con oro, sino que también transmiten las expectativas de sus ancestros de una vida mejor, la expresión más intuitiva de la confianza cultural.
El brillo del oro no se desvanece con el tiempo, al igual que los recuerdos culturales que se asientan en las joyas de oro. Desde la solemnidad de la dinastía Han, la majestuosidad de la dinastía Tang, hasta la diversidad de la era moderna, el juego de cuatro piezas de oro siempre ha cambiado, pero siempre se ha mantenido inalterado: representa el anhelo de la gente por la nobleza, la prosperidad y la eternidad, y una huella cultural que permanece viva a través de miles de años.